viernes, 4 de mayo de 2007

denuncia contra novartis y fundacion max, diario el medico

El peor de los engaños

Fraude del laboratorio Novartis y la Fundación Max a pacientes con leucemia "

La astucia de los laboratorios para incrementar sus ganancias no tiene límites. Una reciente denuncia presentada en la Justicia argentina apunta a las "prácticas abusivas y desleales" de la Fundación Max y el laboratorio Novartis. Se los acusa de "actuar en connivencia (...) mediante distintas acciones de engaños a los enfermos (de leucemia) y sus familiares, como ser la inducción y pago de abogados para que inicien recursos de amparo a las obras sociales que no les proveen el medicamento" o "la utilización de los enfermos como instrumentos mediáticos". El plan tendría como objetivo posicionar el medicamento Glivec en el mercado.

La Fundación Max es una organización sin fines de lucro dedicada a los pacientes que padecen leucemia y otras enfermedades relacionadas. Su objetivo es garantizar el bienestar de los que padecen el mal en todo el mundo, y tratar de mejorarles la calidad de vida, mediante la entrega de tratamientos y tecnología. La prioridad la tienen fundamentalmente los pacientes con "accesos médicos y económicos limitados".

Con este preámbulo parecería difícil imaginar que aquí pueda haber algún "curro". Pero como ocurre con toda actividad que genera dinero y los pacientes con cáncer lamentablemente son un blanco fácil para ello, ésta no es la excepción.

The Max Foundation fue creada en el año 1997 en la ciudad de Seattle, Estados Unidos. Su impulsor fue Pedro Rivarola, de nacionalidad argentina y padre de Maximiliano, un joven de 17 años de edad que murió como consecuencia de una Leucemia Mieloide Crónica (LMC).

Como muchos en su situación, Rivarola consideró que su desgracia debía transformarse en un motor para ayudar a otros. El año 2001, una importante oportunidad parecía presentarse: el laboratorio Novartis eligió a su fundación para llevar adelante un programa para pacientes indigentes que no pudieran pagar el Programa STI 571, investigación que después culminaría en el medicamento Glivec para pacientes con LMC. La iniciativa, a nivel mundial, se denominaría GIPAP.

Luego de los estudios pertinentes, Glivec demostró excelentes resultados y fue considerado como un gran avance tecnológico, casi revolucionario. La droga actúa interfiriendo el crecimiento de las células anómalas/cancerosas presentes por la enfermedad, permitiendo abandonar las técnicas de quimioterapia, el suministro de Interferón Alfa e incluso, según el caso, evitar el trasplante de médula.

Según los estudios del caso, los pacientes debían recibir entre cuatro y ocho cápsulas de Glivec Imatinib, según el estadio de su enfermedad. Sin embargo, su costo resultaba inaccesible para las personas de bajos recursos, ya que el tratamiento en dosis de 400 miligramos por día sumaba 30.000 dólares anuales.

Entonces, mientras los verdaderos afectados por la enfermedad se veían imposibilitados de conseguir estos recursos, los especuladores del flamante negocio se relamían pensando en sus futuras ganancias.

La argentinidad al palo…

Este contexto abría un nuevo horizonte para la cura de la enfermedad y la Fundación Max no podía quedar afuera. Pero también fue el puntapié para avanzar hacia una "maniobra fraudulenta" que culminó en un sumario contra The Foundation Max y el mundialmente reconocido laboratorio Novartis.

La denuncia penal fue presentada a fines del mes de abril por Zulma Pilar Labraña, una ex trabajadora de la Fundación en Argentina. Después de un largo peregrinar, la causa número 66/06 recayó en el Juzgado Penal Económico Nº 6, a cargo del juez Marcelo Aguinsky.

Según consta en la exposición judicial, "Novartis Argentina S.A. implementó el plan GIPAP en nuestro país a ‘la argentina, es decir, como un plan de ventas agresivo del Glivec enmascarado en un plan social, con pago de coimas".

Y describe: "El Programa consistía en que Novartis, entregaba a The Max Foundation la administración del plan de asistencia y provisión de Glivec a enfermos de Leucemia Mieloide Crónica (LCM). La Fundación debía administrar el plan, seleccionando las instituciones, médicos y pacientes a tratar con Glivec, y llevar adelante todo el proceso administrativo, logístico, entrega del medicamento, proceso de seguimiento, establecer estaciones o sedes a nivel mundial para llevar adelante el Plan de Asistencia GIPAP". Además, agrega que "a tales efectos, Novartis Internacional, dona a la Fundación 400.000 dólares".

En la denuncia se narra que el procedimiento se llevaba a cabo "mediante distintas acciones de engaños a los enfermos y sus familiares, como ser la inducción y pago de abogados para que inicien recursos de amparo a las obras sociales que no les proveen el medicamento, y, entre otras acciones, la utilización de los enfermos como instrumentos mediáticos, el desarrollo de tareas comunitarias para la Fundación y el Laboratorio, y demás acciones de comunicación social".

Labraña se contactó con la Fundación en el año 2000, cuando le diagnosticaron una enfermedad similar a la LMC, y entonces comenzó a trabajar como voluntaria. En el año 2001 fue contratada como empleada y estaba encargada de entregar las donaciones del Glivec y contener a los enfermos. Pero a fines del 2002 designan a Inés García González de Arteaga, hermana de la actual presidenta de la Fundación, Patricia García González, para hacerse cargo de la administración de la sede en Buenos Aires. Dicho en otras palabras, es la persona que comienza a manejar el programa GIPAP en forma directa con Novartis.

Al año siguiente, Labraña fue despedida, a través de un correo electrónico, con la excusa de una reestructuración. Pedro Rivarola también había sido desplazado y entonces se hace cargo de la representación de la Fundación —en Estados Unidos— la que en ese entonces era su pareja, Patricia García González, mencionada anteriormente.

Para Labraña, su "falta de complicidad en los manejos de la Fundación y la connivencia de Novartis Argentina S.A." es lo que precipitó la decisión de despedirla. "Yo no me presté a firmar recursos de amparo para obligar al gobierno a dar la droga Glivec, porque me pareció deshonesto que Novartis me dé plata a mí para que pague un abogado", sostiene.

Los turros de siempre

En la presentación legal se describe claramente la operatoria: "El Programa tenía una reserva de tres meses de provisión de medicamentos a los enfermos. Al entregarse las dosis para la primera etapa del tratamiento, que incluía dosis por 30 días de manera tal de cubrir la necesidad inmediata, se derivaba al paciente, familiar u enfermo a la Asesoría Legal para que inicien acciones legales de amparo contra las Obras Sociales que no incluían en sus vademécum este tratamiento. Con ello se suspendía la provisión del medicamento por parte del Programa GIPAP que administraba la Fundación Max. La inversión que desarrollaba Novartis era por un tratamiento y luego recuperaba esa supuesta donación con la obligatoriedad de compra por parte de las Obras Sociales".

Por otro lado, en la denuncia también se destacan "otras prácticas desleales e ilícitas, como ser el pago encubierto de ‘coimas’ a los médicos para el posicionamiento del Glivec en Argentina, o los regalos a médicos oncológicos". Según se reproduce en un correo electrónico adjuntado en la causa, uno de los ejecutivos de Novartis advierte, sin ningún tipo de pudor, a una vendedora: "Quisiera (que) me cuentes cuál fue el criterio con que entregaste las cuarenta camperas anteriores. La idea es que tras cada una de ellas haya un negocio para nosotros. Que yo recuerde hablamos muy poco sobre nuevos acuerdos con tus médicos. ¿Me lo podrías aclarar?".

La impulsora de la denuncia asegura que si bien Novartis tiene su propia fundación, el contacto con la Fundación Max apareció porque necesitaban a alguien desconocido, alguien que necesitara crecer, una especie de "pantalla" para el negocio. "Diríamos que ahora mas que una fundación sin fines de lucro, es una fundación con fines de lucro que se llama Novartis", remarcó Labraña.

RECUADRO

>> Y en el Primer Mundo también

Bajo el titulo de "Novartis Glivec donation program falling short", el prestigioso periódico estadounidense The New York Times publicó en junio de 2003 un artículo donde ya se anticipaba esta "maniobra fraudulenta" del laboratorio.

Lo que sigue son los extractos más importantes de aquella nota:

• "En los países más ricos como Corea del Sur, Hong Kong y Nueva Zelanda, Novartis ha alentado a los pacientes que han recibido los medicamentos gratis para que presionen por intermedio de abogados al sistema publico de salud, que deberá pagar precios mas altos por la droga. Un documento de la compañía declaró que las donaciones de la droga —junto con campañas de los medios y tácticas legales— eran parte de un plan concertado para ganar el reembolso para Glivec. ‘El programa de ayuda al paciente no es otra cosa que una estrategia de la comercialización’, dijo el Dr. Arun Bal, un médico de Bombay".

• "Y en julio, el Dr. (David) Epstein (presidente de la División Oncología de Novartis) envió una nota a los ejecutivos de la compañía de todo el mundo que anunciaba orgulloso que Novartis establecía un programa dirigido de donación de la droga asegurándose que ‘a ningún paciente de CML se le negara el tratamiento con Glivec por problemas económicos’. El describió el esfuerzo como ‘el programa más abundante y de mayor envergadura que se haya desarrollado jamás para el tratamiento del cáncer’. Y agregaba que la intención era ayudar a la compañía ‘a alcanzar sus metas terapéuticas y de negocio para la droga’. Una presentación de diapositivas preparada por Novartis el mes anterior era la más explícita para delinear el último objetivo: trabajo paciente máximo de la defensa, decía, y sería dirigido a los pacientes, médicos, medios de comunicación, la presión legal y la implicación de la comunidad, todo con un solo objetivo: recuperar la inversión. Con el financiamiento de un millón de dólares al año de Novartis, la Fundación Max alquiló una oficina, empleó personal administrativo y comenzó a construir un sistema informático que podía manejar el programa, llamado Programa Glivec de ayuda internacional al paciente o Gipap".

• "Desde enero de 2002, las objeciones alrededor del mundo comenzaron a aparecer en los foros de discusión en internet dedicados a CML. Los pacientes se quejaban porque los requisitos para ser elegidos no estaban dentro de la manera con que los doctores prescribían las drogas. Algunos pacientes conseguían la droga y otros no, sin poder dilucidar fácilmente los motivos".

• "Pero una vez que Glivec es aprobado, la compañía lo provee sólo bajo un programa especial: los pacientes deben entonces buscar Glivec a través de canales privados o del gobierno o de otros canales convencionales. Pero en vez de enojarse con Novartis, los pacientes han protestado a los gobiernos y han ayudado a las ganancias de la compañía".

Autor: Silvia García